La epidemia del coronavirus, entre otros cambios, ha supuesto la instauración del teletrabajo a unos niveles desconocidos antes de marzo de 2020, cuando se inició la crisis sanitaria global. Esta modalidad laboral, acogida en principio con entusiasmo por muchos empleados, está revelando con el transcurrir del tiempo su cara menos agradable en forma de más estrés, menor productividad y mayor desorganización, aislamiento personal, conflictos familia-trabajo o problemas musculares y de visión.
En este artículo vamos a repasar datos objetivos y constatables, demostrando que el teletrabajo no es como intentan ‘vendernos’, la panacea universal y que, ni mucho menos, está exento de riesgos y problemas para los trabajadores y para las propias empresas.
¿Qué dice la ley sobre los riesgos del teletrabajo?
El teletrabajo está regulado en España por el Real Decreto-ley 28/2020, de 23 de septiembre, que entró en vigor el 13 de octubre de ese año (es decir, en plena pandemia). El texto legal garantiza en su art. 15 el derecho a la prevención de riesgos laborales de los teletrabajadores. El artículo siguiente trata sobre cómo evaluar los riesgos que conlleva esta modalidad y la planificación de actividades preventivas, que deben tener según el Real Decreto, “idéntica eficacia que las que se apliquen a los trabajadores que desarrollen el mismo trabajo, pero presencialmente”.
Además, la norma exige al empresario la obligación de formar e informar a sus trabajadores sobre los riesgos relacionados con su actividad, las medidas de prevención y las actuaciones en caso de emergencia. Surge inmediatamente la pregunta: ¿se cumplen estas exigencias legales? Aunque es difícil responder con rotundidad -debido precisamente a la imposibilidad física de inspeccionar y evaluar desde organismos externos a la propia empresa las condiciones en que se teletrabaja, entre otros factores-, los datos sintomáticos hacen pensar que no se está cumpliendo el espíritu de la ley. Es elocuente, por ejemplo, el aumento de trastornos psico-emocionales en el ámbito telelaboral, sobre todo los casos de estrés y aislamiento, que a su vez derivan en ansiedad o depresiones.
Tipos de problemas y trastornos en los teletrabajadores
Estos son algunos de los más comunes dentro una relación mucho más extensa.
Trastornos musculoesqueléticos (TME) relacionados con el teletrabajo
Son alteraciones y lesiones que sufren los músculos, articulaciones, tendones, ligamentos, nervios, huesos y el sistema circulatorio, cuyas causas más comunes en el caso del teletrabajo son las posturas estáticas o forzadas y los movimientos repetitivos por la ausencia de un diseño adecuado del lugar y de los elementos con los que se desarrolla la actividad laboral: mesa, silla, teclado, pantalla, reposapiés… La mayoría de los puestos de teletrabajo se improvisan por el empleado en su propia casa y casi siempre sin ningún conocimiento sobre ergonomía. Aunque legalmente las empresas deben ocuparse de evaluar mediante un técnico en Prevención de Riesgos Laborales (PRL) la idoneidad de esos puestos de teletrabajo, la realidad es que muy pocas lo cumplen.
Impacto del teletrabajo en la visión
Una iluminación inapropiada del entorno, la calidad de la pantalla del ordenador y su incorrecta calibración lumínica y su inadecuada ubicación están en el origen de distintos problemas de visión que afectan cada vez más a los tele-empleados. El aumento de la fatiga visual y otros daños oculares por el abuso de horas ante la pantalla -exceso causado a su vez por una mala organización del tiempo dedicado a trabajar-, son las primeras consecuencias detectadas entre el colectivo.
Trastornos emocionales, psicosociales y de comunicación por el teletrabajo
El aumento del estrés y el aislamiento, como antes decíamos, están afectando de forma severa a muchos trabajadores a distancia. En el caso del aislamiento, los expertos señalan que el teletrabajo conlleva una privación continuada del contacto social que acarrea ansiedad, depresión, frustración, aburrimiento, tristeza y baja de la autoestima, entre otros aspectos nada saludables. Desde el punto de vista empresarial se está constatando un descenso de la productividad de muchos teletrabajadores, sobre todo de los que se sienten más aislados. Otra consecuencia detectada en esta modalidad laboral es la falta de comunicación eficaz entre las distintas secciones del organigrama empresarial.
Inadecuada planificación y gestión del tiempo durante el teletrabajo
No todo el mundo sabe autogestionar su horario laboral. Esa mala gestión, si es por exceso, ocasiona algunos problemas ya descritos; y si es por defecto, causa menor productividad, la no consecución de los objetivos y las obligaciones, sobrecargas de trabajo en periodos de tiempo cortos, etcétera. Se añade aquí el conflicto frecuente entre teletrabajo y vida familiar, pues comparten un espacio físico generalmente reducido y esto crea tensiones, roces e incompatibilidades que redundan en perjuicio de ambas facetas de la vida de los teletrabajadores.
Centros de negocios, la mejor alternativa al teletrabajo
La anterior es una relación parcial, breve, de los problemas detectados en miles de teletrabajadores. Todo lo dicho, y mucho más que podría añadirse, es una realidad constatable, como lo es la propia expansión de una modalidad laboral tendente, se mire como se mire, a que las personas cada día estemos más aisladas.
Resulta llamativa, también, la falta de control e inspección gubernativa sobre las condiciones en que se desarrolla el teletrabajo y la falta de formación al trabajador sobre riesgos de esta modalidad de muchas empresas. No pasemos por alto que los trastornos que acarrea a miles de trabajadores termina ocasionando, además de daños personales severos y en algunos casos irreversibles, un incremento enorme del gasto sanitario público.
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